Artistes

Michal Chelbin

(Haifa, Israel, 1974)

La primera imagen que vemos los humanos al nacer es el rostro desenfocado de nuestra madre. El gusto por la contemplación de la cara de la gente se mantiene a lo largo de nuestra vida y por esto el retrato es un género tan apreciado por la fotografía.

El trabajo de la fotógrafa Michal Chelbin se basa en el retrato de corte clásico en un formato cuadrado y en color. El rostro y la mirada de sus personajes son la piedra angular de su obra. En Sailboats and swans ( Barcas y cisnes )nos presenta una serie de retratos de reclusos de diferentes cárceles de Ucrania y Rusia. El título hace referencia a la ironía que representan las estampas bucólicas que adornan las paredes de estos centros penitenciarios.

En La Nuu podemos ver los retratos de unos adolescentes que justo acaban de salir de la infancia. En este espacio de reclusión, los jóvenes están bajo una vigilancia constante y tiene que aprender a convivir con el miedo y la rutina. Cuando los miramos no sabemos si son ladrones, asesinos o violadores. Solamente

apreciamos  su fragilidad y la dureza de su vida. Y entendemos que el rostro no acostumbra a ser el espejo del alma.

Festival La Nuu - Michal Chelbin

Yurian Quintanas

( Ámsterdam, Holanda, 1983)

En Dream Moons,  Yurian Quintanas nos muestra una fotografía patafísica que ya ha practicado en otros trabajos como Silent Rooms , donde imagina la vida de su hogar cuando él no está. La patafísica es según su inventor, el surrealista Alfred Jarry, la ciencia de las soluciones imaginarias. En el universo patafísico todo es anormal y extraordinario. La regla que rige es la excepción de la excepción. El término es una contracción del griego “epí ta metá te physiká y hace referencia a todo lo que está más allá de la física.

En este trabajo, el espacio cotidiano se convierte en el espacio de un mundo surrealista  y absurdo. Una secuencia que intercala fotografías y textos para viajar a través de un mundo onírico. Pequeños bodegones en blanco y negro creados por la vida secreta de los objetos, ondas de agua en círculos concéntricos infinitos que iluminan la piel de las cosas, puertas fantasmas y casas que flotan en medio del sueño.

 El componente lúdico de la existencia – y por tanto del arte que defendían los dadaístas- se recoge aquí para, según el autor: “transformar una realidad palpable y evidente, para adaptarla a mi discurso, y hablar así no sólo de aquello que es tangible, sino también de aquello que no vemos”.

 

Festival La Nuu - Yurian Quintanas

Alberto Giuliani

(Pesaro, Italia, 1975)

El escritor catalán Josep Pla inicia su dietario El cuaderno gris un 8 de marzo del año 1918 y escribe: “como hay tanta gripe han tenido que clausurar la  Universidad”.

Este 2020 quedará gravado a fuego en nuestra memoria personal. Desgraciadamente, es demasiado pronto para saber si este hecho extraordinario cambiará nuestra historia colectiva. Ahora mismo todos creemos que sí. Juzgar el presente nunca es fácil, explicarlo con imágenes tampoco.

A raíz de la pandemia provocada por el COVID-19 y el decreto de confinamiento de la población, hemos descubierto nuestro hogar como espacio de refugio y reclusión. Desde la ventana, veíamos las calles totalmente desiertas de la ciudad, también escuchar a los pájaros.

Alberto Giuliani podría haber elegido muchas situaciones para documentar estos días: gente con mascarilla, colas en los establecimientos de primera necesidad o los enfermos ingresados de urgencias pero, tuvo la agilidad mental y la suficiente inteligencia visual para reparar en un pequeño detalle.

Las caras del personal médico del Hospital de San Salvatore de Pesaro, después de agotadoras jornadas de doce horas quedaban marcadas por el roce de las mascarillas quirúrgicas, el sudor  la fatiga.

La piel irritada de estos médicos y enfermeras son el símbolo de la lucha contra el virus , a la vez que de las cicatrices que esta situación dejará en nuestra sociedad.

Sirva este trabajo fotográfico como un homenaje a la labor impagable que todo el personal sanitario realiza día tras día.

Festival La Nuu - Alberto Giuliani

Román Yñán

( Sant Adrià de Besós 1976)

“Hola me llamo Román Yñán y hago fotos a mi familia”. De esta manera presenta el fotógrafo su trabajo más personal. Unos diarios fotográficos donde registra la vida cotidiana de su familia. Las imágenes muestran diferentes espacios. El interior del hogar familiar: el sofá, el baño, la cocina, las habitaciones, el espacio público: las calles, parques de atracciones, el supermercado y el entorno natural del bosque y la playa durante el tiempo de ocio de la familia.

Como comenta Bachelard en su ensayo La poética del espacio: “Cada espacio que posibilita la imaginación es un espacio de la intimidad, un espacio que se hace nuestro se convierte en hogar, en un cuerpo que nos acoge, en un cosmos propio”.

La inmensidad íntima del espacio familiar es acopiada por Román Yñán en un conjunto de imágenes en evolución y expansión constantes: golpes de flash, luz natural, color y manchas de color, a veces blanco y negro.

El acto fotográfico se convierte en una dinámica familiar y en juego creativo que requiere la complicidad de todos sus integrantes. El álbum familiar deviene de esta manera un espacio de experimentación lúdica fuera de su ámbito habitual. Un mundo propio al alcance de todo el mundo.

 

Festival La Nuu - Román Yñán

Irene Zóttola

(Madrid,España,1986 )

El trabajo fotográfico en blanco y negro de Irene Zóttola incorpora la palabra escrita y el trazo pictórico de la emulsión líquida. Una práctica foto-textual que utiliza otras estrategias creativas como la apropiación de imágenes y la intervención. La materialidad de la fotografía analógica le permite la búsqueda de distintos soportes fotosensibles para erigir un peculiar mundo onírico y poético.

En Ícaro emulsiona las páginas de una enciclopedia de aves para positivar imágenes superpuestas que funcionan como círculos concéntricos de significado. El vuelo de los pájaros y el mito de Ícaro, el ansia de volar y el peligro de la caída son alegorías de la existencia humana y su busca de sentido.

Como en la narración del poeta persa Attar en El coloquio de las aves, encontramos aquí la metáfora del camino de la vida como trayecto espiritual. Treinta mil aves emprenden un viaje para conocer a el Simurg, el rey de los pájaros. La mayoría perderán la vida durante la peligrosa odisea y solamente treinta de ellas sobrevivirán para descubrir que el Simurg vive dentro de cada uno de nosotros. Las alas y  las aves como símbolos del alma del ser humano.

 

Festival La Nuu - Irene Zóttola

Chen Xiaoyi

( Sichuan, China, 1992 )

“¿Hace ruido un árbol que cae si no hay nadie para escucharlo?”

Este famoso koan del budismo zen nos genera una serie de interrogantes sobre la percepción y el conocimiento de la realidad.

Al contrario de la filosofía occidental, las filosofías orientales como el taoísmo o el budismo zen otorgan más importancia a la intuición que al pensamiento lógico. Y desvelan la insuficiencia del lenguaje para acceder a la realidad última de las cosas.

Según la autora intituló su serie de fotografías como Koan en un intento de situarse en un territorio preverbal. Explica que la fotografía le sirve como una herramienta para introducirse bajo la superficie de las cosas y centrarse en las formas más básicas de la existencia del universo. Una manera de encontrar un enfoque filosófico  y despertar una consciencia espiritual.

Su trabajo se conforma por imágenes de paisajes abstractos como si fuesen manchas de tinta negra sobre el papel. Fotografías de montañas y fotografías de agua (shanshui).

Elementos de la naturaleza reducidos a sus componentes más básicos. La obra de Chen Xiaoyi sigue la concepción espiritual de la tradición de la pintura china donde las nociones de vacío y plenitud estructuran la composición de la imagen pictórica.

Festival La Nuu - Chen Xiaoyi

Piotr Zbierski

( Lodz, Polonia 1987)

Sobre el anterior trabajo de este fotógrafo polaco, la cantante y poeta Patti Smith escribió: “tus dedos aprietan el obturador a través de la niebla / la muerte descansa sobre la seda de una inocencia infernal”.

 Con Echoes Shades Piotr Zbierski ha viajado profusamente para fotografiar distintas comunidades de todo el mundo. Poblaciones  que mantienen todavía el vínculo primordial con la Naturaleza y los ciclos de muerte y renacimiento. Culturas animistas como los Paradangan de Indonesia, las tradiciones  chamánicas de Siberia o las creencias de los pueblos de la región de Omo en Etiopía. Pueblos y tribus que continúan las ceremonias y rituales de una tradición ancestral que aún pervive.

Las fotografías parecen recuerdos de un presente que se mantiene conectado con un pasado que se pierde en la noche de los tiempos. Un análisis de la relación entre Cultura y Naturaleza y de cómo los humanos expresan las conexiones entre una realidad material y una realidad espiritual.

Su registro visual se basa en el uso del blanco y negro de formato cuadrado y en la predilección por las cámaras de juguete y procesos técnicos que dañan la imagen. La utilización de la Holga y la Polaroid le ayudan en su búsqueda del error y la imperfección. Entradas de luz que queman el negativo, un grano muy marcado, rayas y manchas causadas durante el revelado que añaden nuevas texturas sobre la fotografía. Esta falta de control y de inestabilidad de las imágenes transportan al espectador a un terreno puramente emocional donde los conceptos de mito y rito dibujan la línea de flotación de un delicado mundo poético.

Festival La Nuu - Piotr Zbierski

Fernando Criollo

(Lima, Perú 1991)

En la antigua Grecia el témenos era un espacio sagrado, delimitado y consagrado a un dios, totalmente prohibido para un uso profano. Para acceder a él, era necesario

realizar un ritual de limpieza y purificación ya que se trataba de un espacio totalmente aislado de la vida cotidiana.

El trabajo Uku Pacha ( mundo interior ) nos transporta a un espacio sagrado lleno de violencia. En el mundo sobrenatural que dibujan sus fotografías, todos los elementos de la naturaleza están llenos de dioses : cuevas, lagos, abismos helados, montañas, estrellas, fuego y relámpagos. Y en medio, una grieta de luz donde los cuerpos desnudos parecen sombras de una sombra y danzan un baile ritual.

Fotografías en blanco y negro llenas de oscuridad, fotografías rojas como la sangre de un animal sacrificado en un altar de piedra, imágenes en negativo que nos dejan entrever el centro de un huracán. Los colores primordiales del origen del mundo.

Una belleza convulsa materializada según el mismo autor “por imágenes simbólicas y metafóricas por las que podemos entrar en un nuevo territorio transfigurado por su propia luz, inspirado en la articulación de geografías imposibles y la violencia, y así dejar un testimonio de espiritualidad contemporánea”.

 

Festival La Nuu - Fernando Criollo

Victor Baladoch

( Rubí,España,1991 )

Todos tenemos un cuerpo. Una evidencia incontestable. Hay quien dice que es la única cosa que tenemos  y la única que realmente somos. Escribió Gaston Bachelard que “nuestro cuerpo es una casa y un mundo. El territorio definido por nuestra propia extensión es el refugio más íntimo”. Cuando nos acercamos al cuerpo descubrimos un universo de una inmensidad inabarcable.

El artista visual y sonoro de Rubí, Víctor Baladoch utiliza el espacio de su cuerpo para definir un proceso de creación destructiva. Los vínculos cósmicos de los ciclos de vida y muerte de la materia en relación a la fragilidad de la existencia humana.

Sus fotografías presentan un evidente nexo con la imagen-acto de la fotografía performativa. También con la idea del cuerpo como campo de batalla definido por la artista conceptual Barbara Kruger.

Los autorretratos que podemos ver son una parte de un todo orgánico. Un cuerpo fragmentado en una lucha cuerpo a cuerpo que a la vez golpea y es golpeado. Un viaje creativo que combina cintas de video, grabaciones en casetes , manipulación sonora y la elección de soportes y técnicas de impresión desdeñados como la fotocopia.

Entre sus estrategias de trabajo encontramos también la apropiación de imágenes y refotografías a la misma pantalla del ordenador, normalmente en un blanco y negro lleno de ruido.

Festival La Nuu - Victor Baladoch

Jon Cazenave

(Donostia-San Sebastián, 1978)

En esta imagen el mar se ha pintado a sí mismo. El rumor del oleaje captado por la luz del sol. Mediante la técnica de la cianotipia el autor trabajaba con papel washi- un papel artesanal japonés- cuando, de forma accidental, éste cayó al mar y la sal empezó a oxidar los materiales químicos de la emulsión. Tonos azules, ocres y el blanco texturado del papel que conforman un todo orgánico. Unas fotografías que recogen el grado cero del acto fotográfico.

Durante dos meses, Jon Cazenave estuvo desarrollando su proyecto en Takematsu, un pueblo de la isla de Shijoku en Japón. Las imágenes que podemos ver en La Nuu forman parte de este trabajo titulado OMAJI. Durante su preparación utilizó diferentes tipos de captación fotográfica: técnicas antiguas, fotografía analógica, fotografía digital y screenshots de los mapas de Google sobre el mar interior de Seto. Una práctica que se convierte en un compendio de los cambios tecnológicos a lo largo de la historia de la fotografía.

La concepción del paisaje de Jon Cazenave es paradójico ya que la Naturaleza que captura en sus imágenes parece pertenecer a un momento anterior a la existencia del ser humano. Un tiempo remoto lleno de silencio y sin mirada humana que pueda generar paisaje. Un viaje espiritual hacía la semilla de todas las cosas. Un camino hacia una naturaleza en estado puro.

 

Festival La Nuu - Jon Cazenave

Stefanie Zofia Schulz

( Nagold, Alemania,1987)

La crítica de arte Estrella de Diego, en su ensayo Contra el mapa, nos dice que la percepción habitual de la naturaleza de los mapas es que éstos son una representación gráfica fidedigna del espacio geográfico y que damos por hecha su objetividad. Nos olvidamos que los mapas – como cualquier representación cultural- vuelven a describir el mundo “en términos de poder y de prácticas culturales, preferencias y prioridades”

El bisturí fronterizo que separa los Estados ha creado las leyes de extranjería y la legislación que limita el movimiento de las personas.

La fotógrafa Stefanie Zofia Schulz nació en un campo de refugiados para exiliados de Polonia y Rusia situado en Nagold (Alemania). Su trabajo Duldung ( tolerancia ) documenta la vida de los jóvenes residentes en la urbanización más grande de Alemania destinada a migrantes y refugiados de todo el mundo. Situado a las afueras de la pequeña ciudad de Lebach-Jabach, este alojamiento es un primer lugar provisional de acogida antes de que sus habitantes sean trasladados a otra ubicación. Muchas veces la espera se eterniza durante años.

La monotonía marca los días de esta juventud perdida en la  burocracia de un administración que no reconoce su estatus legal en el país y que imposibilita un horizonte claro en sus vidas. Sus rostros aparecen ocultos o parcialmente velados como si no les estuviese permitida ningún tipo de identidad. Todo les recuerda que su presencia es tolerada pero no bienvenida.

 

Este trabajo forma parte de la exposición colectiva Off the Margins” organizada por Organ Vida e incluida en el proyecto “From St. Germain to EU – 100 years of a border” que tiene el apoyo del Europe for Citizens Programme.  La muestra está comisariada por Barbara Gregov, Luja Simunovic y Lea Vene y, donde juntamente con Stefanie Zofia Schulz, participan los también fotógrafos Verena Blok (Holanda) y Marvin Bonheur  (Francia).

“De St. Germain a la UE: 100 años frontera” es un proyecto de la asociación

Drustvo za evropsko (SI) cuyos socios son Organ Vida- International Photography Organization (CRO), Osterreichische Gesellschaft fur Kinderphilosophie (AT) y la Asociación Cultural Ull per Ull (BCN).

El proyecto está cofinanciado por Europe for Citizens, programa de Unión Europea.

 

Festival La Nuu - Stefanie Zofia Schulz

Ruth Erdt

(Zúrich, Suiza, 1965)

Las imágenes que la fotógrafa y artista Ruth Erdt presenta en su trabajo The gang forman parte de un diario íntimo sobre su vida o al menos sobre lo que nosotros como espectadores asumimos que es su vida. El mismo título del trabajo, banda criminal, nos alerta de un necesario distanciamiento irónico de lo que aparentemente parecería una recopilación de fotografías sobre su familia y su vida cotidiana.

El título hace referencia a un agrupación donde el vínculo primordial es la violencia por lo que no acabamos nunca de saber si se trata de un álbum de recuerdos auténticos o inventados. No acabamos de entender si es un canto a la familia como refugio o una denuncia de la familia como cárcel asfixiante.

Esta tensión viene dada por la utilización del espacio familiar como espacio de ficción donde, en ocasiones intuimos de forma muy velada la presencia de una violencia soterrada.

 Autorretratos y desnudos de la autora, fotografías de sus hijos, de su pareja , amigos y familiares, pequeños objetos rodeados de extrañeza y , en medio de todo, modelos desconocidos que pasan a formar parte del discurso visual de este álbum familiar de ficción.

La fotógrafa se aleja de tota intención documental aunque utiliza los códigos habituales del género para subvertir los márgenes de la realidad y de lo que creemos normal.

Sus imágenes son directas y de una tozuda mirada frontal que buscan la inmediatez. Fotografías en color y blanco y negro, luz natural que entra por la ventana con sus tonalidades cálidas y frías según la posición del sol o la implacable utilización del golpe de flash.

 

Unas imágenes que escudriñan un paisaje emocional donde compartir que la ficción forma parte íntima de nuestras vidas.

Festival La Nuu - Ruth Erdt

Leitmotiv

Cuerpo y piedra. Espacios Disponibles

 

El poeta Salvatore Quasimodo escribió en uno de sus poemas más famosos que cada uno de nosotros está solo sobre el corazón de la tierra para enseguida terminar: “traspasados por un rayo de sol y de pronto, anochece”.

Estos versos nos recuerdan el paso inexorable del tiempo pero nos hablan también

del espacio donde se desarrolla la existencia humana. Nuestra geografía íntima, el espacio donde vivimos.

 

La sexta edición del festival de fotografía La Nuu reúne bajo el lema expositivo Cuerpo y piedra. Espacios disponibles un conjunto de trabajos fotográficos de distintos autores de diversas partes del mundo y que, desde diferentes perspectivas, nos ayudarán a reflexionar sobre las relaciones que el ser humano mantiene con su entorno material.

 

 

Nuestro cuerpo es y ocupa un espacio. Según el filósofo Otto Friedrich Bollnow, en su trabajo Hombre y espacio, el problema de la estructura espacial de la existencia humana debe colocarse al mismo lado de la temporalidad. Vivimos y actuamos en el  espacio y en él se desarrollan tanto nuestra vida personal como la vida colectiva de la humanidad.

La piedra nos sirve aquí como metáfora del entorno material donde vivimos cada día, sea éste natural o artificial. Tenemos entonces, la piedra como elemento representante de naturaleza y , a la vez, como materia angular de las creaciones humanas: casa, templos y ciudades.

Espacio natural-espacio artificial. Espacio sagrado-espacio profano. Espacio antropológico- No-lugar (Marc Augé) etc.. Sin olvidar por ello los espacios estratificados social y políticamente como los barrios, las fronteras y todos los límites que marcan la partición dentro-fuera.

 

 

El término topofilia creado por el geógrafo chino Yi-Fu Tuan nos ayuda a entretejer los conceptos de sentimiento y lugar. La topofilia quiere definir los lazos afectivos entre personas y espacio circundante. Un estudio de las percepciones, actitudes y valores sobre el entorno que afectan a nuestra cosmovisión y que varían según la cultura y la época histórica.

El ser humano es básicamente un animal visual pero mirar y ver el mundo también es un acto cultural determinado por un conjunto de creencias estructuradas socialmente. Como nos explica Yi-Fu Tuan, los conceptos de cultura y entorno se superponen de la misma manera que lo hacen los conceptos de hombre y naturaleza.

 

 

La montaña es un caso paradigmático de los cambios culturales hacia el entorno  a lo largo del tiempo. Para la antigüedad griega la montaña era un espacio salvaje y hostil que inspiraba un respeto reverencial. Hay que recordar que el Monte Olimpo era el hogar de los dioses y que en Japón todavía el Fuji-san  es considerado un monte sagrado por el sintoísmo.

 

La misma apreciación estética de la Naturaleza es un hecho relativamente reciente en Occidente. Hay un anécdota histórica que explica perfectamente esta circunstancia. El 26 de abril del año 1336, Petrarca inició el ascenso del Mont Ventoux, y tal como explica en una carta, lo hace “tan sólo porque la montaña estaba allí”, sin ningún tipo de motivo práctico. Admirar y disfrutar del paisaje. Un hecho totalmente insólito para la época y que se avanzó al gusto romántico por la contemplación del esplendor indómito de la Naturaleza. Tal es así, que durante su escalada, Petrarca se encontró con un pastor de la comarca que intentó hacerlo entrar en razón para que abandonase toda aquella locura.

 

La idea de paisaje es una construcción cultural que en Europa nace con el surgimiento del Humanismo y del Renacimiento. En China la valoración estética es más antigua ( hacia el siglo II d.C. ) y el género pictórico del paisaje ( conocido como shan shuei) es también muy anterior.

 

Este nuevo pensamiento estético, el paisaje, requiere de una persona que mira y de un entorno que es mirado. El paisaje no pertenece a la Naturaleza, es el humano quien genera el paisaje con su mirada, vertiendo sus sentimientos sobre él. La Naturaleza es reconstruida por la mirada de una persona que segmenta una parte del todo y la individualiza en una estructura autónoma.

Como remarca Gema Pastor Andrés en el ensayo Como verde y el paisaje inalcanzable. Paradojas del ( cuerpo y el ) paisaje fotográfico contemporáneo:

“es una mirada personal sobre ese entorno, no el entorno en sí. Los humanos aprehenden el espacio con el sentido de la vista y generan paisaje con su presencia en ese entorno por medio de su mirada”...”El lugar mirado produce sensaciones que son reflejadas en representaciones”.

 

La pintura de paisaje en Occidente se basó en el realismo figurativo y en la aplicación de la perspectiva lineal descubierta durante el Renacimiento. Más tarde, la Naturaleza idealizada por los artistas del Romanticismo en sus pinturas es interiorizada por los espectadores que después proyectarán esta nueva sensibilidad sobre el paisaje real.

La fotografía, desde sus inicios, ha estado considerada una forma de representación visual mucho más fiel a la realidad que la pintura, por lo que muy pronto recogerá el testigo de esta tradición paisajística. Los paisajes ideales de las revistas de viajes, las revista de naturaleza y las imágenes de postal han creado un imaginario sobre el que construimos nuestra idea de belleza del entorno. Fotografías de todo aquello que vale la pena ver. Es curioso como la misma iconografía para indicar un lugar de interés turístico es una cámara fotográfica.

Las imágenes quieren ser un reflejo de la realidad pero muchas veces la realidad se convierte en un reflejo de las imágenes.

 

La percepción que se tiene habitualmente de una fotografía es que se trata de un espejo fidedigno y objetivo del mundo, pero esto no deja de ser una convención cultural como muchas que rigen nuestra vida. Detrás de una imagen siempre hay el punto de vista de alguien que mira, sea de manera consciente o inconsciente.

El círculo infinito de las imágenes.

Nuestra mirada sobre el mundo crea realidades que queremos plasmar en fotografías que luego guían nuestra mirada sobre el mundo.

 

Dejemos, ahora, paso a las imágenes fotográficas de esta edición de La Nuu y escuchemos qué nos explican.

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