Amandine Kuhlmann
(Francia, 1992)
Un selfie es un autorretrato fotográfico realizado con un teléfono móvil dotado de cámara fotográfica para ser inmediatamente compartido en internet. Hasta hace poco, el poder de autorrepresentación era una prerrogativa limitada a los artistas que tenían el dominio de los materiales técnicos y los canales de difusión para la plasmación y distribución de la imagen de uno mismo. Con la democratización de la fotografía y el surgimiento del espacio virtual de internet, el autorretrato y la exposición del yo está al alcance de todos.
El selfie como género fue una creación de las chicas adolescentes que reivindicaban un espacio para expresar sus angustias y sus anhelos. Este tipo de imagen se ha convertido rápidamente en una práctica habitual entre todos los adolescentes pero, finalmente, se ha generalizado también entre los adultos como un nuevo rito social. La característica fundamental de las selfies es que se trata de una autorrepresentación más banal y, sobre todo, más autocomplaciente que el autorretrato fotográfico habitual. Parecen vinculadas más al estado del momento que a la esencia, más a la emoción que al sentimiento.
La democratización de la producción de imágenes y el acceso a internet facilita que los consumidores de las redes sociales compartan millones de fotos todos los días. El consumismo capitalista ayuda a esta híper-abundancia de imágenes que de rebote crea una gran contaminación icónica. Las fotografías ya no se realizan para ser vistas o preservar la memoria sino para compartirlas de forma instantánea y compulsiva.
Esta forma de autorretrato plantea una nueva forma de relacionarse con el mundo. Nuestra identidad digital es mucho más importante que nuestro real. No tener presencia en el mundo digital significa no existir. Ser o no ser.
El nuevo capitalismo de las imágenes ha encontrado formas de monetizar esta sobreexposición de nuestra imagen a través de plataformas como Tik Tok, Instagram u Onlyfans y ha contribuido a la continuidad la hipersexualización de la mujer.
Cash Me Online es un proyecto de vídeo y fotografía donde la autora combina la performance, la selfie, imágenes de archivo encontradas y el deepfake (creación y alteración de imágenes a través de la inteligencia artificial) para explorar el impacto de las cámaras en la era de las redes sociales.
El núcleo del proyecto gira en torno a la creación de un alter ego digital hiperfemenino elaborado meticulosamente para zambullirse por completo en el mundo de las redes sociales.
Esta identidad digital se inspira en otras figuras femeninas presentes en el ámbito online, y quiere ser una exploración de la autorrepresentación femenina. El concepto de la "mirada femenina" en una época en la que las mujeres tienen una presencia destacada en la pantalla, representándose a sí mismas pone en contradicción la búsqueda de una identidad propia y la tensión entre la estandarización de los códigos, los cuerpos y la permanencia de una única percepción de la belleza de la mujer.
Al subvertir las expectativas e introducir elementos de imprevisibilidad, Amandine Kuhlma pretende suscitar el pensamiento crítico sobre la influencia que las redes sociales mantienen sobre la autopercepción y sobre las construcciones sociales que dan forma a nuestras experiencias online.
Sin embargo, también pone de manifiesto la persistencia y el reciclaje enmascarado de estereotipos femeninos tóxicos de recurrencia histórica.
Plaça Anselm Clavé (Mapa)